sábado, 5 de mayo de 2018

¡VAYA QUE HE VIVIDO!

--LA PRUDENCIA--


Desde que tengo uso de razón me ha dicho que no existen círculos cuadrados, que no es bueno comer con los dedos, que para eso existe el cuchillo y tenedor, y que el postre surge después del segundo plato.

Pero considero que las grandes aventuras de la vida, nuestros mayores resultados, surgen de actuar sin márgenes a los lados, sin excesivos cálculos. Porque por hacer siempre lo que se considera conveniente, se nos ha olvidado los que es vivir de verdad. Nos pasamos la vida intentando encontrar la prudencia cuando a veces, para ser feliz, lo único que necesitas es perderla.
Además, muchas veces la prudencia es un poco ridícula anticuada y solitaria, que nos encierra para ver las cosas a través de las estrechas grietas de su caverna siempre halagada por la incapacidad.

La vida no debería ser una marcha hacia la tumba con el propósito de llegar a salvo con un cuerpo bonito y bien conservado, sino más bien llegar completamente desgastado, entre una nube de humo, proclamando en voz alta: ¡Uf! ¡Vaya que he vivido!

Cuando las vicisitudes de mi vida se van por un barranco opto por hablar de ello desde un punto de vista positivo y de buen humor. Opto por sonreír, aunque esto pueda causar molestia, empiezo a pensar que todo está en mi cabeza, que aquello no es más que una bomba de relojería que tiene que explotar cuanto antes. Opto por convencerme de que la mejor manera de saber lo que quiero ser en la vida es intentar ser yo mismo en cada momento, aun cuando desaprueben mi forma de ver la vida, estoy convencido que no soy igual, mejor o peor que nadie. Solo trato de ser quien soy.


--LAS COSAS PERFECTAS--

A veces pienso, ojala tuviera el permiso de equivocarme de vez en cuando, pienso que no me gustan las cosas perfectas, empiezo a verle la gracia a los días improvisados, a las pifias. Un “¿por qué no?” el tiempo me ha dado la oportunidad de vivir experiencias que nunca imaginé, y de abrir la puerta a una vida distinta, más feliz y con menos preocupaciones innecesarias.

Aborrezco  tantas incógnitas en mi vida, pues no me gusta colmar mis días de “¿y si hubiera…?” pues viviría infeliz y colmado de vacilaciones sin magia. No quiero vacilaciones de esas que se explayan exageradamente y que ya desperdiciaron su hermosura por el camino. Porque si la vida te ha enviado esa señal, es porque definitivamente tenía que suceder.


No sé si se puede vivir en una lucha permanente entre mi cabeza fría y mi corazón caliente, porque a veces gana una y a veces gana otro, pero siempre se mantiene la belleza de la incertidumbre, que hace que mis intuiciones me guíen hacia mi futuro. 

Creo que es mejor pasar página con la conciencia tranquila porque lo hemos intentado, y que si ha salido mal, no ha sido por cobardía. Me gustan las personas leales a sus principios, consecuentes y con un equilibrio entre sus momentos de cordura y de locura. Pero me gustan más aquellos que no son capaz de prometer lo que no están dispuesto a cumplir.

La vida está llena de señales, pero tu vida la vives tú, no dejes que nadie lo haga por ti. Escucha, eso siempre, pero no olvides que no te daña lo que te falta sino la creencia de que lo necesitas.

martes, 1 de mayo de 2018

LA TIRANÍA DE LA FELICIDAD




Hay algo de ingenuidad cuando planteamos que otra persona tiene el compromiso de darle un significado a nuestra vida. Ya que en si es una negación del planteamiento  porque, nuestra vida  es quizás lo único que realmente nos pertenece, aun cuando considero  que todo se nos ha sido confiado solo por un tiempo determinado, al final nada es tuyo.
No se trata de vivir más experiencias positivas que negativas, sino de aprender a integrar todas las experiencias como un aprendizaje vital, puesto que todas ellas son útiles y necesarias. (Para tu felicidad nada es bueno o malo)

Encontrar el balance donde amemos lo suficiente para cuidar y proteger aquello que se nos prestó, sabiendo que más temprano o más tarde debemos entregarlo cuando se nos pida … Este es uno de los grandes retos que tenemos en la vida, amar con desprendimiento humano y sobrenatural sabiendo que nada ni nadie nos pertenece.

Cuantas veces nos hemos cuestionado nuestra existencia, cuantas veces nos hemos preguntado si esta vida tiene algún significado, propósito o valor.

La mayoría de las personas experimentan una crisis existencial cuando se dan cuenta de que un día morirán y entienden que su vida y los días en este planeta no son infinitos, por ello, debemos vivir cada día como si fuera el último, nuestra vida es tan insignificante, sin sentido y maravillosa como nosotros queramos hacerla.

Reflexionar sobre lo basto que es el universo, lo pequeño que somos como humanos; lo insignificantes que realmente es nuestra vida. Además, la cosa se complica si involucramos a un factor que algunos llaman  “Dios”, asumiendo que hay uno. ¿Si Dios lo creó todo, dónde existía él antes de eso? Todo eso que muchas veces surge mientras contemplamos la “nada” en nuestras camas cuando no podemos conciliar el sueño o cuando la angustia es parte de nuestro pensamiento y comienza lo mismo a buscar la infelicidad.

Creo que la felicidad incluso el amor no es un mandato, puede ser, en todo caso, sólo una recomendación, que depende de nuestra voluntad de realizar, de creer en el o no, pero nunca una receta. Las normas, van generalmente en contra de la felicidad o el amor del individuo, lo encadena de manera que estas normas están, a decir verdad, dirigidas contra los individuos y no tienden, en ningún caso, a su felicidad. La felicidad solo es posible cuando surge de las leyes propias del individuo, y siempre será proporcional a “su cosmovisión”. La felicidad (comúnmente entendida) es un camino inventado, en el cual algunas veces se mienten y que es impuesto. La felicidad no es algo externo, algo que se descubra afuera del ser humano. Si tu felicidad depende de los demás… entonces no es tu felicidad.
Puedes apostar o no por la felicidad, por el amor, es una decisión personal, pues puedes no buscarla y ser dichoso(a) o, por el contrario buscarla, creer encontrarla y eso no te quita que puedas ser desgraciado. Entonces, la FELICIDAD, El AMOR INDIVIDUAL  está comúnmente basada en leyes desconocidas para todos, su modelo o norma sólo apuntan a “la felicidad de la mayoría” y no a la propia.
La felicidad es un estado de bienestar completo en el que a todos nos gustaría estar. Entonces, ¿por qué lo atribuimos a causas ajenas a nosotros? La felicidad depende de nuestros actos, nuestras pequeñas acciones o comportamientos, no de los demás. Los pensamientos crean toda la realidad en la que nos movemos. Si estamos satisfechos con nuestras vidas, nos sentiremos felices sin tener que ir en búsqueda de “algo más”.

Disponemos del potencial de elegir cómo vivir nuestras experiencias, para conseguir una mayor armonía y responsabilizarnos de nuestra felicidad.

Es muy común poner nuestra felicidad en dependencia de lo que sucede a nuestro alrededor, así lo hemos aprendido, así nos lo han enseñado. Es por esto por lo que existe la tiranía de la felicidad. Se vende la felicidad bajo fórmulas de cómo hay que vivir la vida, de cómo hay que comportarse y qué es lo que hay que hacer. De esto se aprovechan muy bien la sociedad para imponer su normativa para vivir en esa burbuja ideal, que no representa para nada tu felicidad.